lunes, 11 de enero de 2010

Nuestro pasado... Nuestro futuro?


Por Patricio Rebollar

“México se encuentra en una incómoda situación en la cual la legitimidad del gobierno ya no se basa en la vieja tradición nacionalista, pero todavía no se consolida una nueva cultura cívica democrática que estabilice el sistema. Por ello el futuro nos proyecta largas e inquietantes sombras.”
Roger Bartra.

Nos preguntamos día a día como podremos encarar tales inquietantes sombras, cómo podremos seguir aguantando tal transición democrática, que está cumpliendo ya su primera década y, que sigue afectando notablemente la madurez política de nuestro país.

La transición por la cual está pasando México, se remonta al cambio repentino del poder vitalicio que tenía el PRI, recordando catorce presidencias continuas después de Don Porfirio (desde Emilio Portes Gil hasta Ernesto Zedillo Ponce de León). México se presenta ante esas inquietantes resoluciones que podría tener, así como retomar las “viejas recetas” del populismo y el proteccionismo estatista. Roger Bartra nos advierte que estas alternativas lanzan flashazos desde el pasado y amenazan con sus peligros para nuestro presente.

Soy partidario de la derecha mexicana, aunque no está perfectamente definida como tal, dichas derechas e izquierdas están representadas por partidos, pero no comparto tal idea, puesto que ellas están muy divididas y no están perfectamente asociadas a dichos partidos “representantes”.

La derecha actual se encuentra zambullida en los intereses de las élites mexicanas, carece de la imaginación e inteligencia para hacer otra cosa que dejarse arrastrar por las tendencias globales. Aunque continuamente está en una creciente lucha contra la crisis moral de nuestro país, en la cual, se revela el menosprecio a la autoridad, leyes cívicas y leyes éticas de validez absoluta, obviamente inspiradas en valores católicos arraigados a la tradición mexicana. Esas señales que marcan y alarman a la derecha sobre dicha crisis moral, la más evidente es la fragmentación y posible destrucción de la familia, tal y como la conocemos. Esa familia es el núcleo aglutinador de la sociedad, la cual evita que ésta caiga en anarquía, lucha violenta y una masiva reproducción del crimen y antivalores.

Bien se sabe que a partir de ésta tesis se entiende la doctrina conservadora que trata de limitar la educación laica, rechazar cualquier tipo de anticonceptivos, aborto, eutanasia, matrimonio entre homosexuales (como se aceptó en el Distrito Federal el año pasado). La derecha teme que dicha crisis moral que se está presentando, destruya a la familia y se entre en un problema mayor, todos coincidimos que en la familia siempre encontraremos dicho sustento moral para poder ser hombres de bien, dicho apoyo ante cualquier problema que podamos tener, si se desfasa la idea de la familia; traerá consigo en segunda premisa, una variación en la manera de pensar, en sentido figurado, de los valores mexicanos a los que estamos muy arraigados; por tradición, costumbre y esa fuerza centrípeta llamada globalización, que continuamente está azotando nuestra manera de pensar y poniendo en límite nuestra tolerancia hacia costumbres y tradiciones nuevas, invitándonos a que en países con diferente cultura, tradición y economía (países primermundistas que comparan con México, para convencernos de que podemos ser como ellos), tratando de masificar dicho pensamiento en nosotros. La derecha debe luchar más en contra de dicha destrucción familiar, para poder seguir con una tradición y costumbre firme mexicana que siempre hemos tenido.

La situación política que vive México en su primera década del siglo XXI quedó confusa y discordante. En el sentido en que la derecha panista (actual en el poder) está convencida de ser la primera en el proceso de democratización y globalización (fuerza centrípeta que golpea nuestras ideologías mexicanas). La izquierda cree que el país vive una terrible decadencia ocasionada por dicho grupo en el poder (PAN), el cual se compone de un conjunto de políticos corruptos y traficantes de influencias.

Se debe seguir luchando continuamente contra la caída de los valores universales, de los derechos humanos que día a día se violan. ¿Quién es el Estado para podernos privar de dichos derechos naturales, con los cuales nacemos? Tanto izquierda como derecha deben enfocarse en mantener el orden social, arraigar los valores como nunca se había hecho a lo largo de la historia y mantener la paz social. No debemos dejarnos llevar por propuestas como la despenalización del aborto o la pena de muerte para asesinos y secuestradores, si se destruye la familia, México estará peor de lo que ya está, será una ciudad perdida, sin valores y sin nada que pueda mantener el sistema político tan complejo que se ha creado para poder mantenerse en la “vanguardia mundial.”

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